domingo, 13 de marzo de 2011

EL MAESTRO LECTOR Y ESCRITOR

EL MAESTRO LECTOR Y ESCRITOR
El proceso de leer y escribir ha ocupado un sitial de relevancia en la educación desde siempre, y ha sido encasillado, por los responsables de la formación de los niños, de diversas formas como un instrumento  de presión en la mayoría de los casos. Es decir, al maestro (con sus excepciones), siempre se le ocurrió la grandiosa idea de presentarle a los estudiantes el acto de leer o escribir, como ese castigo avergonzante cuando por ejemplo no prestaba suficiente atención en clase. “allá usted que no pone cuidado, pase al frente a leer”.
Esto sin mencionar esa otra perla de los docentes, y lo digo por experiencia propia como estudiante, realizar cualquier cantidad de PLANAS, en las que muchas veces no se tocaba ningún tema pedagógico, sino que era la declaración de un comportamiento ejemplar: “debo portarme bien en clase”,  “no debo hablar en clase”, “debo ser respetuoso con mis compañeros”,  etc.  
Hoy en día, no tengo bien claro si esto fue lo que más funcionó, o la aplicación de la tan famosa frase “la letra con sangre entra”, lo que en últimas me sirvió para adquirir la habilidad de leer y escribir.
En el texto que nos ocupa, el autor nos presenta la premisa de que la escuela forma personas para la creación de una buena sociedad, y se cuestiona sobre qué es necesario para lograr este fin. Emilia Ferreiro plantea que el estudiante más allá de ser un trascriptor de códigos, signos y símbolos, es un ser que representa un lenguaje, una comunicación a partir de conocimientos, pero que necesita de ayudas para llegar a ser un productor de lecto-escritura.
Según la opinión de la autora, se ha diseñado un aprestamiento limitado al desarrollo de los movimientos mecánicos aprendidos por los niños, y no se han detenido a analizar  que el proceso de leer-escribir también forma parte de dicho aprestamiento, pero no como un hecho de desempeño mecánico sino como una acción donde intervienen las emociones del ser involucrado; “el niño”.
Teniendo en cuenta que quienes estamos en pedagogía y literatura, somos de edades diferentes y de distintas regiones, ¿Qué opinión podemos tener de la estricta adaptación al proceso de lectura-escritura, por parte de nuestros maestros?

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